Signorinas, todo muy lindo, todo muy cierto. Que competimos por la mirada de ellos, que nos asusta más la convivencia con nuestras congéneres que con los muchachos, que nos inquieta el escaneo receloso que nos hacen las otras ante el menor cambio de look… Pero más allá de todo ese análisis, no estaría bien ser un poco autocríticas y hablar de esas veces en que nosotras mismas somos jodidamente/estúpidamente competitivas?
Pecaré de frívola pero jamás de deshonesta: debo confesar que me importa poquísimo si hay otra más inteligente o más exitosa en lo profesional. Son categorías en que no compito, no me desvelan. Lo mío es más básico y pedestre: mi único objetivo es ser la más linda, las más seductora, la más atractiva, el epicentro mismo de todas las miradas, la que eclipsa a todas las demás cuando entra. No es algo sencillo, por supuesto. Puede ser realmente agotador la cantidad de energía que hay que poner en escena. Y aun así las probabilidades de frustración son altísimas, sobre todo cuando una no mide 1.70, ni tiene por medidas 90-60-90.
Cuando ya no hay chance porque la rival en cuestión me supera por varias cabezas sólo me quedan consolaciones patéticas, como sobrevalorar defectos insignificantes del tipo “tiene mal depiladas las cejas” o “toma mucho sol, va a tener piel de papiro de vieja”. La descalificación sistemática de la rival es mi única herramienta. Como verán no vengo muy evolucionada con el tema de la competencia. Sin embargo creo que mejoré bastante porque nunca padecí tanto este tema como en la adolescencia.
Mariana Suardi, ese era el nombre de mi archienemiga de esa época. Los tres meses de verano, de primero a quinto año, mi familia entera se instalaba en una casa alquilada en un country. Así que de los 13 a los 17 tuve convivencia obligada con una barrita adolescente tristísima al mejor estilo Cris Morena. Como siempre yo quería el protagónico, ser la bikini más mirada en la pileta, la novia del chico lindo, la pendeja por la que los winners se pelean y que los losers desahuciados de esperanzas desean. Pero ese papel ya tenía dueña. Mariana Suardi y su culo perfecto. Mariana Suardi y sus ojos almendra. Mariana Suardi y su pelo rubio publicitario. Mariana Suardi y su sonrisa perfecta.
No tardé mucho en darme cuenta que todo estaba perdido y antes de conformarme con un rol secundario me decreté directamente fuera de competencia. Ya que no iba a ser la prom queen, la gran diva, la reina, preferí retirarme del mercado. Ni boliches, ni salidas, ni deportes, ni pileta. Me recluía en mi casa a mirar tele, comer helado en cantidades industriales y todo tipo de comida grasienta. Cada verano, lo mismo: hibernación forzada hasta acumular unos ocho o nueve kilos de más, abulia y decadencia.
Por suerte a los dieciocho empecé a veranear con mis amigas y no tuve que cruzarme más con esa turra perfecta. Hace unos años me la encontré en un boliche y ya no la vi ni tan linda, ni tan sexy, ni tan inalcanzable. De hecho me quedé casi toda la noche bailando y charlando con ella. Fue un alivio. “Tengo superado el tema”, pensé al verla. Pero me estaba engañando. Bastante angustiada, Mariana me confesó que la tenía mal esto de estar sin pareja acercándose a los 30. Y es horrible decirlo pero instaneamente sentí una satisfacción tremenda. Yo no había superado nada, sólo la bajé del pedestal a ella.
28.9.08
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15 comentarios:
Está muy bien escrito.
Shalom.
ME ENCANTA ESTE BLOG, ME ESTOY HACIENDO ADICTO
Adicto como somos los hombres de las mujeres, adictos como son las mujeres de los hombres, de sus detalles, de sus perspicacioas, de sus soledades, de sus nostalgias... me encanta
Abrazos
Odiamos a las perfectas. Bueno, pero cuando cumplimos los veinticuatro años. Con 17 no nos pida demasiado...
Además, nosotros somos menos competitivos porque somos mucho más dejados.
Ay, Nati, me encantó todo lo que contás!!!!La adolescencia, en country o en donde sea es tremenda!
Igual, está buenísismo que hayas podido zafar de los otros " debería". Yo tengo tantos con los que pelearme todo el tiempo!
Y a veces ni sé quién soy. Una vez mi primer novio me dijo eso " querés ser todo y no sos nada". Se, un hijo de puta, pero a veces pienso a algo de razón tenía
Rayco, no es tan asi, no odiamos a las perfectas, los hombres somos superficiales por naturaleza aunque muchos no lo quieran reconocer, siempre existe esa atracción por lo fisico, principalmente si tiene buenas lolas y colas ¿a quien vamos a engañar?, el tema pasa por la actitud, es increible como atrae la actitud, la seguridad y esos detalles que no son fisicos...
Es mejor, para competir con esas turras, verse saludable (¿presentables?) jaja, y trabajar más que nada su forma de ser, intentar lograr congruencia dentro de su histeria normal que tienen :P, solidas en su forma de pensar, buen autoestima y mucha confianza.
(despues de todo... las turras esas terminan desilucionando).
Prefiero una chica simpatica y segura, que una que no sabe lo que quiere... (es sólo mi punto de vista)
Gracias Natalia por pasarte por mi blog :)
Si....es interesante. a mi me pasa un poco eso, de idealizar demasiado a determinada mujer, y después descubrir que es mortal, igual que una.
saludos
Me hizo reir mucho estimada señorita.
Respetos.
Natalio
Somos competitivas en todos los órdenes de la vida. Lo patético es ver a las taradas hacerse las divinas y las inteligentes cuando todos saben que son unas huecas y nabas descerebradas.
El blog está cada vez mas interesante...felicitaciones!!!
hola!!
Pedretti F: se agradece el incentivo.
Wallyzz: su adicción es altamente terapeutica para nuestra autoestima.
Rayco: Su "odiamos las perfectas" me hizo el día.
Violeta: los novios pulveriza-egos son todo un tema para proponer en sesión.
Guille: anoté todos sus tips de seducción. después le cuento como me fue.
Carmela: a todas nos pasa! lo malo es q nos vuelva a pasar una y otra vez, no???
Natalio: su risa también es terapeutica para nuestra autoestima.
Marichu: no se preocupe por las impostoras. cae por su propio peso!
Anónimo: Qué escueto! Pero Hola! también.
Vale, dejemos claro que sólo las odio yo.
Y respondiendo a lo superficial, dejo claro que no hablaba físicamente. Las muy, muy perfectas físicamente me caen incluso peor. La mayoría son un pedo de persona que no paran de hablar de sí mismas.
Son muy cansinas, y ustedes podrán decirme que las hay guapas, humildes, simpáticas, tolerantes, etc... y yo diré que no hay nadie que se lo crea!
Por cierto, me encantó que me trate de usted. Me hace sentir un viejo sabio e importante.
Rayco, estoy 100 por 100 con usted. Soy la principal sponsor de su campaña anti señorita diez. Mis respetos por sabio. (Lo de viejo no me consta).
me entretuvo de principio a fin! Uff, qué temita. Lo bueno es superarlo, porque al fin y al cabo, por más kilos de maquillaje que nos pongamos, nunca vamos a poder competir con ese yo ideal que tenemos todas adentro. Creo que la competencia con nuestro ideal de ser es mucho más cruenta.
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