26.10.08

Inválida emocional

Tengo cinco años, un traje de mariposa con lentejuelitas cosidas a mano, y toda la excitación de mi primerísimo debut en escena. Mis hermanos y mi papá ya están arriba del auto que nos llevará al jardín de infantes. Yo, al borde de la cama de mi progenitora le pido que se levante, que se vista, que se maquille, que venga con nosotros a la escuela. Imposible, “mamita está muy triste, a mamita no le quedan fuerzas”. Corte. Fundido a negro. Tengo doce años, me acaban de cambiar de colegio y por primera vez vienen a tomar la leche mis compañeras. Quince minutos antes del primer timbrazo, le doy a mi mamá instrucciones precisas. El living, el comedor, el pasillo que da a las habitaciones, mi cuarto y el balcón son zonas vedadas. Nada de circular por ahí con la mirada perdida, de chancletear en camisón delante de mis nuevas amigas. Para su tristeza crónica, hay condena: cadena perpetua en la cocina.
Episodios como esos, decenas. Mi historia primera está llena de escenitas patéticas, dignas de una película de Hallmark Channel. La madre arrasada por la vida y la nena lidiando con los despojos. Un pasado festín para el berretismo psicologista que se deleita con los traumas de la infancia como explicación de lo que ahora se transita. Lo cierto es que hoy a mí la tristeza ajena me expulsa. Suena a hijaputez egoísta, pero no me pidan contención, ni consuelo, ni siquiera compañía. Ante el menor decaimiento de alguien de mi entorno salgo eyectada. Sé que si me quedo mi instinto hace que mi boca destile, en el mejor de los casos, comentarios desubicados, en el peor, jodidísimas ironías.
Y no es egoísmo porque con la tristeza propia no soy más benevolente. A esa la ignoro, la ninguneo, la pospongo. ¿Un novio me dejó? Me habilito un par de días de furia mientras me agencio otro galán que tape el bache del primero. ¿Algo me frustró, no salió como quería? Lo subestimo, me convenzo de que no es un asunto que realmente me interesara. No digo que lo mío sea saludable. Abolir la tristeza es menos una elección que una respuesta automática, instintiva. Ya escuché todo: que confundo tristeza con depresión severa, que niego lo doloroso de la vida, que no sé lidiar con la frustración, que tengo una mirada idealizada/infantil de las cosas. Pero por ahora es lo que puedo dar. Más no me pidan.

19.10.08

la vida no tiene FF

Lo único que quiero es que se termine rápido. Ya pasé por esto mil veces: no hay demasiada escapatoria, nada más es preciso atravesarlo. Meterse en la cama para que el mundo se diluya no ayuda y comerse en un segundo un paquete de galletitas rellenas tampoco, pero hay momentos en que  es lo único que me sale. A veces distraerse  no sirve para nada.  A veces tus amigas te convencen de ir a una fiesta o al cine y la pasás peor y  a veces no.  

Me acabo de pelear con Fede, acabo de cortar, eso quiero decir y lo único que quisiera es que la vida también tuviera fast forward y poder pasar la película hasta el verano o hasta el próximo amor. Pero no se puede. Y esta vez tampoco quiero engancharme con quien sea dentro de una semana o dos porque eso ya lo aprendí: el duelo se puede patear pero en algún momento cae con todo el peso de la ley.

Mientras tanto, no sé muy bien qué se hace. Iré improvisando. Ya guardé las llaves que me dejó arriba de la mesa de la cocina. Ahora lo único que quiero es que venga  mi amiga Vero y me abrace, porque es de las pocas que saben abrazar sin decir nada. Ni es un hijo de puta ni mejor así ni nada de nada. Un abrazo. 

13.10.08

La llaga en el dedo

En la última reunión Alicia nos felicitó a las chicas del blog, nos puso como ejemplo para el resto del grupo con el que hacemos terapia. Dijo que cada una, en su estilo, había sido muy valiente al contar lo que le daba vergüenza, y que se sentía orgullosa de nosotras. Después empezó la ronda habitual en la que ella suele decirle algo a cada uno como para animarlo a compartir más. Yo siempre tengo miedo de ese momento. Te mira fijo a los ojos y te dice algo con un tono tan suave que parece inofensivo, pero yo, no sé por qué, siempre me siento como en el banquillo de los acusados cuando me toca.
Esta vez me dijo:
-Gaby, chiquita, estás triste…
No dijo nada más que eso, pero yo sentí como si la cara me quemara y lo único que quería era salir corriendo. No sé cuánto tiempo estuvimos en silencio hasta que Alicia preguntó a todos, levantando la voz: ¿y qué hacemos cuándo estamos tristes? ¿de qué manera podemos ayudarnos a sobrellevar la tristeza? ¿la tristeza se combate o se soporta? y otras preguntas por el estilo.
Yo por lo general soy de las que se refugia en el trabajo para no pensar en lo que me pone triste. O salgo a andar en bicicleta y pedaleo frenéticamente durante horas. O me pongo a limpiar el departamento. Trato de mantenerme ocupada y de no aburrir a nadie con mis problemas. No soy de las personas que se quedan paralizadas por el dolor, hablando siempre de lo mismo, como si les gustara estar metiendo el dedo en la llaga. Hasta ahora, el sistema de no hacerle caso a la tristeza siempre me había funcionado bastante bien. Pero últimamente no sé lo que me pasa. Es como si la tristeza fuera una mochila que me llevo conmigo a todas partes, que no me la puedo sacar y que no puedo ignorar. Es como si todo lo que me rodea me hablara de eso que me duele: una canción pedorra en la radio que suena en el colectivo, una lámpara que no enciende en la oficina, una vereda rota, un mate frío, cualquier cosa. Así que supongo que uno puede ser práctico con estas cosas pero sólo hasta cierto punto. Porque por más que trates de evitarlo, a veces es como si la llaga fuera hacia el dedo, ¿no? Como si uno necesitara sangrar un poco antes de cicatrizar, qué se yo. Sigo odiando que me pase esto, esta debilidad, esta cosa de ser dominada por algo que no puedo manejar, pero creo que no me queda otra que esperar.

6.10.08

Con pico y pala

Me cuesta mucho este tema. Es obvio, no? Ya  casi tenemos sesión de nuevo y yo no pude escribir nada. Y no es que me falte vergüenza, pero no sé muy bien dónde está. Tengo que agarrar pico y pala para descubrirla detrás de una voz  que a veces no reconozco como mía, de cierta rigidez que a veces  me invade el cuerpo, de todos los cuestionamientos que me hago frente al espejo, empezando por estos jamones de exportación y siguiendo por muchos ¿¿¿Cómo te vas a poner eso?????

Hace siglos que no me pongo colorada, pero es cierto que muchas veces me quedo callada. No sé si me callo cosas a propósito, se me paraliza el tobogán que va del cerebro a la lengua. O quizá se me paraliza directamente el cerebro. Para mí la vergüenza es eso: parálisis. Y sé perfectamente lo que me paraliza: sentir que estoy rindiendo examen. Lo malo es que parece que estoy rindiendo examen todo el tiempo. En situaciones lógicas, como una entrevista de trabajo y en otras tan ilógicas como tomando mate con mis amigos o charlando con Fede.

Ése es otro tema: ¿ no se supone que uno debería sentirse cómodo con la persona con la que está?  Quiero decir, fluir y ya,  con todas sus imperfecciones, estupideces, humores fallidos y demás etcs? Creo que eso es lo que me fue alejando de Fede: sentir que no me  termina de aceptar como soy.  A veces siento que estoy con un chico grande al que tengo que resguardar todo el tiempo de la amenaza del  aburrimiento. Y cuanto más siento eso, más me anulo. Más  aburrida me siento y, seguro, me pongo. Por suerte, antes de que pregunten, no me pasa en la cama. Acarreo mis muslos minados por la celulitis con una despreocupación admirable. Ahora que lo pienso: no acarreo nada, el tema es que  ni me acuerdo!. Lo mismo me pasa cuando bailo y ahí debe estar  la madre del borrego: yo necesito olvidarme de la cabeza, necesito que haya algo más fuerte que la pase por encima, que la anule. De a ratos, claro, porque nada de esto estaría pasando si yo no estuviera, de alguna manera, enamorada de mi cabeza. Me fui al carajo, no? 

4.10.08

Exorcismo de pudores

Evidentemente la vergüenza es algo muy personal. Por ejemplo, yo nunca sentiría vergüenza por no ser correspondida como cuenta Gaby. Seguramente estaría triste, o más probablemente resentida, destilando veneno hacia ese idiota que no me supo ver. Pero me parece que el solo hecho de confesar un desamor habla de mucha valentía. Muy por el contrario, yo me lleno de vergüenza cuando registro mis episodios de cobardía, esos que me llevan a mentirme a mí para negar lo que soy o a los demás para que crean que soy mejor a mi versión real. Acá van algunos ejemplos de mi inventario de bochornos íntimos:
1- Retomando el issue de Gaby, cuando es evidente que con un caballero no hay la reciprocidad deseada yo enciendo la maquinaria de los autoengaños y me convenzo de que me tiene miedo, que lo apabullo con mi carisma, que se siente poca cosa para mí. Pero lo más patético y avergonzante es un mecanismo que desarrollé de adolescente y no puedo abandonar. Se podría decir que directamente construyo una realidad paralela a mi medida. Pongo en random uno de esos CDs compilados de canciones no aptas para diabéticos de tan insoportablemente melosas o una de esas radios para tortolitos primaverales tipo Blue, y me digo a mi misma: "El próximo tema me lo dedica Fulanito". Pongamos que suena She de Elvis Costello y yo me aseguro tres minutos de romanticismo y satisfacción absoluta. Pensamiento mágico y onanismo emocional para egos marchitos. Tristísimo, ya sé.
2-Dentro de la segunda categoría de pudores, están los que me despiertan los engaños para con los demás. Es tétrico ver como me disfrazo de otra que supongo mejor que yo aun cuando los demás no me lo piden. Un ejemplo concreto: varias veces me sucedió de salir con muchachos de poco comer, característica que no comparto para nada. Entonces supongamos que estoy en una primera cita, y el chico se pide tres empanadas. Yo usualmente me como cinco o seis, pero como soy una lady y no quiero impresionarlo como una puerquita atracona, me pido dos. Cuando vuelvo a casa, asalto la heladera desesperada y me como media pizza fría del día anterior, un paquete de galletitas y para no sentirme tan pesada, un postrecito Ser. Vergüenza indigesta por el atracón.
3-Y por último, y para que vean que esto de la terapia aceitó en mí el mecanismo de la asociación, voy a hacer una confesión avergonzante vinculada al tema anterior: la rivalidad femenina. Ya expliqué que soy muy competitiva y que quiero toda la atención. El otro día, cuando ví que Gaby, aun con su bajo perfil tenía más comments que yo, me dio un ataque de envidia y me saqué un usuario alternativo para firmarme mis propios posts. No lo hice. Esta vez la vergüenza no me dejó.

30.9.08

Lo que me da vergüenza

No sé si Alicia se inspiró en lo que contó Natalia en su último post, pero lo cierto es que la nueva consigna que nos pasó fue contar algo que nos dé vergüenza, algo que hayamos hecho que nos dé vergüenza.
Yo no tengo tanta facilidad como Nati para describirles toda una historia y me cuesta mucho hablar de lo personal, así que seré lo más concreta y sintética posible.
Me da vergüenza estar enamorada. Me da vergüenza seguir enamorada del tipo que me dejó hace tres meses y no tiene ni la más mínima idea de volver conmigo. Me da vergüenza ser tan débil y tan vulgar de andar, a esta altura, llorando por los rincones y mandándole mensajes desesperados mendigando un amor que él claramente ya no siente.
Yo, que me llevo tan bien con los hombres, en este caso me parece que me parezco a cualquier mujer. Los hombres son un poco más prácticos frente a las rupturas, ¿no? No se quedan metiendo el dedo en la llaga ni buscando razones. Quisiera ser más hombre en eso. Quisiera no seguir puteando y preguntándome por qué un tipo que te jura que sos la mujer de su vida con el tiempo se aburre. Quisiera saber en qué me equivoqué yo para que se aburra. Quisiera saber por qué el amor se termina siempre antes de un lado que del otro, porque si se nos terminara a los dos juntos, no habría uno que sufre más. Y bueno, seguro me va a dar mucha vergüenza ver todo esto publicado, pero espero que sirva para algo.

28.9.08

Un poco de autocrítica, por favoreeeee

Signorinas, todo muy lindo, todo muy cierto. Que competimos por la mirada de ellos, que nos asusta más la convivencia con nuestras congéneres que con los muchachos, que nos inquieta el escaneo receloso que nos hacen las otras ante el menor cambio de look… Pero más allá de todo ese análisis, no estaría bien ser un poco autocríticas y hablar de esas veces en que nosotras mismas somos jodidamente/estúpidamente competitivas?
Pecaré de frívola pero jamás de deshonesta: debo confesar que me importa poquísimo si hay otra más inteligente o más exitosa en lo profesional. Son categorías en que no compito, no me desvelan. Lo mío es más básico y pedestre: mi único objetivo es ser la más linda, las más seductora, la más atractiva, el epicentro mismo de todas las miradas, la que eclipsa a todas las demás cuando entra. No es algo sencillo, por supuesto. Puede ser realmente agotador la cantidad de energía que hay que poner en escena. Y aun así las probabilidades de frustración son altísimas, sobre todo cuando una no mide 1.70, ni tiene por medidas 90-60-90.
Cuando ya no hay chance porque la rival en cuestión me supera por varias cabezas sólo me quedan consolaciones patéticas, como sobrevalorar defectos insignificantes del tipo “tiene mal depiladas las cejas” o “toma mucho sol, va a tener piel de papiro de vieja”. La descalificación sistemática de la rival es mi única herramienta. Como verán no vengo muy evolucionada con el tema de la competencia. Sin embargo creo que mejoré bastante porque nunca padecí tanto este tema como en la adolescencia.
Mariana Suardi, ese era el nombre de mi archienemiga de esa época. Los tres meses de verano, de primero a quinto año, mi familia entera se instalaba en una casa alquilada en un country. Así que de los 13 a los 17 tuve convivencia obligada con una barrita adolescente tristísima al mejor estilo Cris Morena. Como siempre yo quería el protagónico, ser la bikini más mirada en la pileta, la novia del chico lindo, la pendeja por la que los winners se pelean y que los losers desahuciados de esperanzas desean. Pero ese papel ya tenía dueña. Mariana Suardi y su culo perfecto. Mariana Suardi y sus ojos almendra. Mariana Suardi y su pelo rubio publicitario. Mariana Suardi y su sonrisa perfecta.
No tardé mucho en darme cuenta que todo estaba perdido y antes de conformarme con un rol secundario me decreté directamente fuera de competencia. Ya que no iba a ser la prom queen, la gran diva, la reina, preferí retirarme del mercado. Ni boliches, ni salidas, ni deportes, ni pileta. Me recluía en mi casa a mirar tele, comer helado en cantidades industriales y todo tipo de comida grasienta. Cada verano, lo mismo: hibernación forzada hasta acumular unos ocho o nueve kilos de más, abulia y decadencia.
Por suerte a los dieciocho empecé a veranear con mis amigas y no tuve que cruzarme más con esa turra perfecta. Hace unos años me la encontré en un boliche y ya no la vi ni tan linda, ni tan sexy, ni tan inalcanzable. De hecho me quedé casi toda la noche bailando y charlando con ella. Fue un alivio. “Tengo superado el tema”, pensé al verla. Pero me estaba engañando. Bastante angustiada, Mariana me confesó que la tenía mal esto de estar sin pareja acercándose a los 30. Y es horrible decirlo pero instaneamente sentí una satisfacción tremenda. Yo no había superado nada, sólo la bajé del pedestal a ella.

26.9.08

La culpa la tienen ellos

A ver, me parece que lo que quiso hacer Alice fue poner un poco de orden en este desmadre. No me parece que necesariamente haya rotulado el asunto como  “rivalidad femenina”.  Como sea, me parece que está bueno que nos tire algunas líneas.

 Yo, hace unos años, suscribía al pie de la letra a todo lo que dice Gaby: siempre me entendí mejor con los varones. Me costaba encontrar chicas con las que sentirme una más. No sé, me parecía que por más carreras, intereses o lo que fuera que parecía apasionarlas,  todo moría en un proyecto  Susanita: casarse y tener hijos. No tengo nada en contra de eso pero me resisto a  aceptar que todo conduzca ahí.

En fin, con los años conocí otras mujeres y tal vez me reconcilié con alguns partes de mi femeneidad, no sé, pero  me di cuenta de que necesito el contacto con mujeres.  Que me hace bien.

Lo de la rivalidad es cierto aunque me parece que, a medida que crecemos, vamos viendo por dónde viene la cosa. Quiero decir, yo a esta altura no me banco a esas minas abiertamente competitivas. Sé que va a sonar a lugar común, pero estoy convencida de que eso de la rivalidad es un asunto que nos meten los varones. Porque es por la mirada de ellos por lo que competimos, no? La del padre, el jefe, el tipo lindo. Y porque estamos entrampadas ( tampoco digo nada nuevo) con eso de tener que ser todo: lindas, inteligentes, putas en la cama pero contenedoras afuera, divertidas pero no zarpadas…Es agotador.

Digan lo que digan, las minas no pedimos TODO del tipo que tenemos al lado. O, al menos no nos quejamos. Sabemos lo que compramos: al patova no le pedimos que escuche música decente ni queremos convertir  al intelectual en metrosexual. Y somos capaces de estar años con un tipo que nos coge bien sin que se nos arme ese choclo " puta vs madre de mis hijos".

O ésta seremos yo y mis amigas?


25.9.08

Mujeres vs. Mujeres

Después de los últimos posts de Violeta y Natalia, en la reunión de ayer Alicia nos preguntó a todos por qué creíamos que últimamente nos estábamos enfrentando en el blog. Con eso le dio pie a los varones para hacer el comentario obvio: “Típico de minas, competitivas, se matan entre ellas”. No es por defender a las chicas, pero hubiera querido decirles a todos que antes que hablar de lo que escribimos nosotras, se animen ellos también a contar lo que les pasa acá. Es fácil criticar desde afuera. Pero bueno, como consecuencia de todo esto, la “tarea” que nos dio Alicia fue reflexionar sobre la rivalidad femenina y compartir cada una su propia experiencia.
Yo tengo que reconocer que una de las razones por las que terminé metida un ámbitos de hombres (primero en el colegio y la facultad, ahora en el trabajo) tiene que ver un poco con este tema. Durante la adolescencia, veía que las chicas del club, por ejemplo, vivían evaluándose y criticándose entre sí y odiaba todo ese chusmerío. Los chicos eran más directos y sinceros, o eso me parecía. Es cierto que a veces esa “sinceridad” puede ser medio brutal… No es muy lindo que te digan eso de “una mujer sin tetas es un amigo” y cosas por el estilo. Pero al menos no van a estar comentando por detrás tuyo sobre la ropa que te pusiste o cómo te peinaste.
No digo que los hombres no sean competitivos, de eso puedo hablar también porque es algo con lo que me toca lidiar cada día en el trabajo. Pero creo que les tengo menos miedo a ellos que a ellas.

24.9.08

Aclaremos los tantos

1- Estoy de acuerdo en que esto está funcionando un poco como un diálogo de sordos y me hago cargo de mi tendencia a ponerme en el centro de atención desde el humor, desde lo histriónico, como sea. También es evidente que lo conseguí. Tal vez tendrías que rever por qué te molestó tanto como para tildar mi relato de "ingenioso". A ver si nos entendemos, conté algo que me preocupa, no estaba haciendo ficción.
2- Con respecto a lo que me pasa... Unas líneas más arriba ya hice mi descargo autocrítico sobre mi egocentrismo, no es un defecto menor y me gustaría trabajarlo. Por otra parte no veo por qué mis conflictos con los varones no son válidos como tema de terapia y en cambio sí lo es tu relación con tu novio.
3- Sobre eso de "se quedaron con la foto más pelotuda", me parece que deberías plantearte que si absolutamente nadie captó tu mensaje es porque no fuiste muy clara al emitirlo. Digo, esto no es un experimento literario como para que te pongas sutil y metafórica. Te ruego que seas más clara al expresarte. Tal vez no encontrás en nosotras interlocutores válidos, a tu altura intelectual, no sé...
4- Gaby, realmente me gustaría que participes. Me parece que estamos viviendo nuestra primera crisis como grupo y no es algo menor. Es evidente que tenemos que hablar urgente con Alice, que nos oriente sobre el funcionamiento y la utilidad de este blog. Si va a traer más conflictos que aportes para nuestro crecimiento, me parece que deberíamos pensar en cerrarlo.

23.9.08

Dazed and confused

Girls, la verdad estoy desorientada. Me parece a mí o esto es un diálogo de sordos? Cada una se embala con lo suyo y parece que las otras dos no hubieran dicho nada…..

Quiero decir, nadie va a decir nada de Gabriela? Es la primera vez que escribe algo que suena sincero, que se baja del caballo, que se abre, aunque haya necesitado varias líneas “ varoniles” y techis para arrancar. Bravo por ella!

Después, Nati….la verdad no sé qué decirte. Sabés que me caés súper y tengo que reconocer que tu post es ingenioso, pero si tengo que ser brutalmente honesta no entiendo el sentido, el para qué……lo leo y lo vuelvo a leer y nada más veo exhibicionismo. Igual que cuando te escucho y nunca termino de entender qué hacés en el grupo, qué es lo que te pasa, además de tu incontinencia verbal.

También me enojé. Las dos se quedaron con la foto más pelotuda: “ Violeta y su mascota”…….¡ yo no estaba hablando de mascotas! Tengo un novio con el que no sé si quiero o debería querer estar y ustedes se ponen a hablar de si es más barato tener una mac o una tortuga.

Sorry, pero tenía que decirlo.

20.9.08

Audaz se eleva

Chicas, la verdad es que yo no sé mascotas (hasta los diez años tuve una tortuga pero la regalé cuando me dijeron que las propietarias de esos bicharros se quedan solteras) ni mucho menos de computadoras. Pero retomando el post de Gaby, yo sí quiero una manual de instrucciones URGENTE! para entender a las personas, más especificamente al sexo opuesto. He aquí los sucesos que provocaron mis desconcierto absoluto. Para los escépticos, esos que criticaron mi estrategia de levante con el librero, les cuento que sí, que el muchacho llamó nomás. Sacó turno y se presentó en tiempo y forma en su sesión de masaje descontracturante. Yo había preparado el escenario como es habitual. Velita de vainilla, música relajante, la estufita eléctrica encendida. Todo estaba previsto para que al susodicho relajara sus cinco sentidos y no la pasara mal. (Vale aclarar que en exactas condiciones recibo a todos toditos mis pacientes). Su arribo fue correcto, ordenado. Algún intercambio verbal sobre la zona donde vivo, algún comentario sobre la deco de mi hogar, un breve diálogo sobre las molestias que lo aquejan. El asunto no era del todo relajado, pero el librero nunca se caracterizó por su facilidad para hablar. Como le sugiero siempre a mis pacientes, le dije que mientras yo resolvía otras cuestiones, se quitara la ropa, se recostara boca arriba y se tapara con una sábana prolijamente doblada sobre la camilla. Se supone que al paciente le da pudor sacarse la ropa delante del masajista, así que en la escuela nos entrenan para reproducir en cada sesión este ritual. A los cinco minutos el muchacho ya estaba en mis manos. Como siempre empecé por las plantas de los pies. No sé si saben que los pies hablan de las personas. Basta con ver un dedo gordo para detectar si uno tiene conflictos con la mamá o el papá, dificultades en los riñones o en la vesícula biliar. El diagnóstico era cantado: el librero es un muchacho estresado, sufre dolores de cabeza recurrentes y su aparato digestivo es una máquina de somatizar. Satisfecha con mi lectura avancé por las piernas. Supongo que no hace falta aclarar que mi enfoque fue absolutamente profesional. Fui combinando técnicas de masaje californiano y shiatsu, convencida de que así iba a conseguir que el flujo de energía de su cuerpo se iba a armonizar. Lo que registré después no me escandalizó, ni me resultó ninguna novedad. Es relativamente frecuente cuando una atiende varones que asome enhiesta una erección. Involuntaria, incómoda e inevitable, la repentina aparición estelar genera todo tipo de inquietudes en el paciente y a veces también en el profesional. Pero qué se hace en esos casos? Qué indica el manual? Muchas veces los susodichos actúan como si nada hubiera sucedido. Maravilloso, no hay mucho de que hablar. Otras hacen algún comentario gracioso, como para salir del paso. También ahí me manejo bien con mis remates ingeniosos, soy la masajista canchera, incapaz de naufragar en las aguas del pudor sexual. Pero algunas otras, los muchachos se muestran visiblemente incómodos, y se los tranquiliza explicandoles que es algo normal, que pasa seguido, que no ofende a nadie, que es natural. Intenté con cada una de esas líneas, sin embargo no hubo caso, mi librero pudoroso no entró en razones, sonrojado como una adolescente casta y virgen, se incorporó y empezó a vestirse. Para colmo se le caían las cosas, se puso torpe y ni siquiera me podía mirar. Yo, incomodísima ensayaba nuevos argumentos que lo pudieran tranquilizar, eso lo ponía peor, lo aceleraba más. Se fue dando un portazo, con el sueter escote en V puesto al revés y cara de susto total. Y yo me quedé sola, abrumada por el desconcierto. ¿Este chico estará poseído por una Carmelita descalza o simplemente es un aparato difícil de clasificar? ¿Será que la impudicia se apoderó de mí y me distorsionó el sentido de la moral sexual? En fin, insólito. Consiguió que la pasara mal.

18.9.08

Mi mascota

Después de ver los gatitos de Violeta me quedé pensando que yo también podía compartir una foto, aún a riesgo de que se aburran. No es que no me gusten los animales, alguna vez viví en casas donde había perros y gatos. Pero ahora mi mascota es ésta de la foto, mi nueva Mac. No voy a entrar en detalles comparando sistemas operativos y cosas muy específicas que sólo nos interesan a los "geeks". Sólo les aclaro que esta no es la máquina con la que trabajo, sino una que me compré sólo por gusto, y estoy fascinada. No sólo por el diseño -simple, pero hermoso-, sino por su sencillez y claridad a la hora de operarla. Creo que muchos de los que nos interesa la tecnología buscamos lo mismo que cualquier usuario: que ese aparato tan sofisticado que tenemos enfrente no nos resulte un extraño imposible de manejar, inaccesible, que a veces nos complica más de lo que nos ayuda. Y todos odiamos los manuales de instrucciones, ¿o no?
Quizás, en el fondo, nuestra relación con las máquinas no sea tan diferente a la relación que tenemos con la gente. Quizás, cuando yo empecé la terapia de grupo, no entendía el lenguaje del resto y hubiera querido un manual de instrucciones. Pero bueno, el método de ensayo y error, repetido, a veces te lleva a lugares inesperados. Y porque creo en eso, todavía estoy por acá.

17.9.08

Así agarra este chico

Estas son dos de las tantas hijitas de Loli, la gata .Y ésa fue la última vez que las vi: Fede se las llevó ( ven? así agarra todo ese chico) pero no me quiso decir adónde.
La verdad es que la de la maternidad no la tengo muy clara. Muchas veces, en reuniones donde hay chicos termino tirada en el piso jugando con todo el crierío y siempre hay alguno que salta con el temita. No sé si quiero ser mamá, sí sé que me gusta, siempre que puedo, volver a ser chica, que no es - para nada!- lo mismo.
Igual, el tema con Fede es otro. Yo no sé si él se muere de ganas de ser padre…..de lo que tiene ganas es de ponerle el cascabel al gato! Porque él dice eso, que soy demasiado independiente y a veces me pongo arisca. Y desapegada.

Tres temas 3!

Antes que nada, que suerte que reapareciste Gabriela y sobre todo: que no abandonaste!!!. Hoy no lo dije en terapia pero la verdad es que tanto silencio alimentaba mi culpa. Creo que te debo una disculpa. Estuve pensando y me irritó mucho eso de "No sé cuántos de los del grupo tienen estudios universitarios". Tal vez exageré porque la frase me pegó donde más me duele. En la primera sesión comenté que vengo de familia de médicos –abuelos, padres, hermanos que rinden culto al estetoscopio-. Y que mi decadente itinerario académico vaya del curso de ingreso de medicina a unas materias en nutrición, de nutrición a un cuatrimestre en kinesiología, para finalmente terminar en una "Tecnicatura en masajes" es todo un conflicto familiar.
Tema dos: me divirtió mucho toda la historieta de Viole esquivando que la preñen. Sobre todo porque me identifiqué. Yo no estuve ni cerca de una situación así con ninguno de mis novios pero realmente no me planteo la posibilidad de ser madre. Veo la vida de mis amigas que cedieron al deber de la maternidad y no me tienta para nada. Postergar mis clases de yoga por unas anginas, mis tardes de shopping por el pelotero, mis cenas gourmet por una papilla sin condimentar. No way! No sé que dirás vos, Gabriela. Pero somos muchas las de treinta que pensamos así, y yo creo que es una de las pocas muestras de salud mental generacional.
Tema tres: para los que no me tenían fe, el librero llamó y hoy se presentó prolijo y puntual en su sesión de masajes. El episodio que vivimos lo dejo para la próxima. Todavía no lo puedo superar! Dicen que del ridículo no se vuelve, no?

Marcha atrás

La semana pasada decidí dejar la terapia. Primero pensé en comunicarlo en la última reunión, después, como habrán notado, no pude decir ni una palabra, después pensé que mejor me iba sin decir nada y, por último, cambié de opinión. Todavía no sé muy bien por qué. Creo que, después de dos meses de vernos todas las semanas, me estoy acostumbrando. Además, el otro día pasó algo extraño: cuando nos íbamos, se me acercó uno de los chicos, Valentín, que casi nunca habla, como yo, y me dijo que había leído el blog y que le gustaba. Yo le contesté que por qué no escribía él también, y se quedó callado. Y después vuelvo a casa, me conecto a Internet y veo toda esta gente que nos leyó, y no lo puedo creer.

14.9.08

Y llegó la cruz roja

Uy, uy, se puso espesa la cosa! Y yo, de acá para allá, con la gata que está preñada, perdiéndome todo esto!!!!
Girls, pls, haya paz! Yo soy no soy muy peace & love que digamos, pero me parece que, así, con los stilettos de punta no vamos a ningún lado…..
A ver :
Gaby, yo tampoco entiendo demasiado pero ¿ qué importa? Sos un poco terminante, además de que nos hacés quedar como dos soberanas pelotudas que de lo único que pueden ( y quieren) hablar es de tipos. Y ese temita de “ yo hago cosas de varones”, uf, te quedaste en Simone de Beauvoir, nena. Yo no soy Alice pero no te creo un carajo que lo único que te importe sea tu computadora. Si no, estarías haciendo un máster en programación, digo a ningún amigo se le hubiera ocurrido recomendarte una terapia…a menos que tengas amigos tontos, cosa que no creo que tu hardware te permita. Todo es cuestión de probar, por eso, insisto: hacete amiga de Natalia! :)
No sé si hace falta que tengas algo para decirnos. Ni competir, a ver quién cuenta cosas más jugadas. Tal vez lo que te pasa es que te cuesta escribir, es obvio que venís de un mundo muy distinto, pero me parece que es cuestión de largarte y ya. Contanos de tu casa, del viaje en colectivo hasta la terapia, de esas películas de ciencia ficción que mirás. Eso ya sería algo. Saber por qué te apasiona lo que te apasiona, no?

Me cansé. Tenía también para vos, Nati, pero ya me agoté. Mi gata está embarazada…..again! No sé cómo decírselo a Fede. Fede es mi novio, no me acuerdo si ya lo nombré. Cada vez que a la muy puta le llenan la panza, el tipo vuelve con el tema…o peor, me hace cosas. La última vez me sacó pastillas del blíster, total sabe que soy una despelotada y no me voy a dar cuenta…. Por suerte zafé, Andrés llegó puntual y caudaloso como siempre, pero él se puso como loco y así fue que me di cuenta: mi novio me quiere embarazar a toda costa. Yo ya no sé qué hacer. Encima, a esta gata no hay anticonceptivo que le resulte.

13.9.08

Sin animos de ofender...

Gaby, si hay una chica "peace & love" esa soy yo y no me gustaría que esto suene agresivo. Pero me parece que tal vez tengo un poquito más de recorrido en esta carrera del autoconocimiento, más capacidad de insight y, humildemente, me parece que algo puedo aportar:
1- Puede que mis crónicas testosteronezcas te parezcan irrelevantes. Pero hacer "públicas las intimidades" es una forma de acercarnos, de conocernos, de mostrar cómo somos. Ya lo dijo Alice, lo que nos avergüenza y nos hacen reir de nosotras mismas, es finalmente lo que nos acerca. ¿No te vendría bien empezar a reirte un poco más de vos?
2-Tal vez no todo deba tener un sentido. O ese sentido no tenga que revelarse inmediatamente. Jugar y dejar los desenlaces abiertos no está nada mal. ¿Qué tal si practicás tirarte sin red aunque sea una sola vez?
3-Las necesidades y los tiempos nuestros no tienen por qué ser los de los demás. ¿Por qué no dejar que su necesidad decante? ¿Por qué no dejar de juzgar?
4-Esto al margen, no sabés la envidia que me dio pensarte sentada en la universidad rodeada de todos esos muchachones. ¿Ves que la ley de la abundancia también tocó tu puerta? Capaz que no la supiste ver. ¿Qué otras cosas positivas se te estarán cruzando por el camino sin que las puedas registrar?

Mundos diferentes

Hola, aquí estoy yo otra vez. No sé bien qué escribir porque esta vez Alicia no nos dio preguntas, y a mí me es más fácil expresarme cuando me dicen un tema concreto.
Sigo sin entender cuál es el sentido de todo esto porque encima, no es justo que seamos sólo tres personas las que escribamos, que el resto no se anime o ponga excusas. Ya lo planteé en la reunión pero parece que nadie lo consideró importante. Encima todos se ofendieron por lo que dije de los perdedores. Así que al final no sé qué hacer: nunca hablo, y cuando hablo, cae mal.
Quizás estoy en el grupo equivocado. Veo que Violeta y Natalia se entienden bien y me parece bárbaro. Yo soy más estructurada, tienen razón, pero qué le voy a hacer, no le veo sentido a hacer públicas las intimidades. No veo qué me puede aportar a mí saber con quién salió cada uno el fin de semana. Y seguramente, a ustedes tampoco les va a importar saber cómo es la última laptop que me compré y por qué me gusta tanto, ¿no? Pero bueno, eso es lo que me interesa, por ejemplo. A lo mejor, si alguno de los varones del grupo participara, se engancharía. Es difícil encontrar mujeres a las que les guste la tecnología. Pero bueno, yo ya estoy acostumbrada, después de años en la facultad rodeada de hombres. No sé cuántos de los del grupo tienen estudios universitarios, pero seguro saben que hay carreras en donde abundan las chicas y otras los chicos. Y si no, pueden imaginarse cuál es la proporción de mujeres en Ingeniería.
Alicia me pidió que haga un esfuerzo por abrirme al grupo e integrarme. Yo realmente no sé qué decirles ni a Violeta ni a Natalia y mucho menos al resto que no quiere escribir. Y no es por mala onda, siento que habitamos mundos completamente diferentes. Discúlpenme, pero yo por ahora no le veo la utilidad a este espacio.

Abundancia varonil por acá

Perdón el cuelgue. Ya les decía que me cuesta focalizar. Ando dispersa en vaivenes tetosterónicos. Pero volvamos al ejercicio terapeútico. Violette, a vos Gaby no te registró y de mí subrayó todo este asunto del embale oral. Ok. Sólo para no desacreditar la observación de Gaby les cuento del librero. En realidad es el tipo de sujeto en que no me fijaría jamás. Es alto, altísimo, lo que no sería un inconveniente si no fuera que su ¿metro noventa? es territorio demasiado extenso para los ¿setenta kilos? que debe pesar. Y, chicas, mi ley primera para evaluar potencial galán es frívola pero implacable: un muchacho con brazo más delgado que yo, never, nunca, jamás. Hay algo más deserotizante que un amante más fragil que la femenina fragilidad? Ah! Y los mocasines y los sweaters escote en V color verde inglés no colaboran tampoco. En fin... Sin embargo esta vez su caballerosidad, su trato amable, su predisposición a escuchar, se impusieron sobre toda consideración estética, y decidí que era justo darle una chance. Al fin y al cabo hay tanto crápula apuesto que tuvo su inmerecida oportunidad... Cuestión que tras recurrentes visitas libreriles en que le consulté hasta sobre el manual Kapeluz de quinto grado con tal de tener de que hablar, avancé solita haciendo usufructo de mi faceta profesional. Le hice notar la incipiente corvatura en su espalda, sobreadaptada al trato con enanoides como una que le exigen casi una leve reverencia para poder dialogar, y le diagnostiqué un severo problema postural. Acto seguido le sugerí que se hiciera masajes e inmediatamente le facilité mi tarjeta personal. Creo que el susodicho, que parece ser abanderado del movimiento slow, quedó un poco impresionado con mi celeridad para actuar. Cuestión que se tomó un par de semanas, y cuando yo ya había perdido toda esperanza me llamó para pedirme un turno. Justo cuando hizo su aparición otro potencial galán. Se me junta el ganado!!! Pero viéndolo desde la perspectiva de Alice, la ley de la abundancia empieza a funcionar!!! Y vosotras? Empiezan a sentir que la terapia las ayuda a avanzar?

10.9.08

Adelante, mis valientes!

¿ Qué habrá pasado con los otros, no? Quedamos nosotras, los ángeles de Alice. En ese caso, yo quiero ser Drew Barrymore.

Estuve leyendo lo que escribieron. Por lo visto, Gaby no me registró y para Natalia soy divertida pero peligrosa. Naaaaa

Che, Nati, quién es el librero???? Ves que al final te la pasás hablando y no contás nada?

9.9.08

Violeta en emisión de prueba

No sé, esto del blog no me termina de cerrar , voy a tratar de hacerlo sin pensar, nada más para que después no me acusen de boicotear o cualquiera de esas palabras que les gustan tanto a los sicólogos. Quiero que lo sepan: los detesto. Viven en un universo paralelo. Pero supongo que en el fondo sé que los necesito, o por lo menos necesito dar con uno con el que encaje. Como con los hombres, ja. Tampoco los entiendo pero los necesito. Bastante más que a los sicólogos, se ve: desde de que me acuerdo nunca estuve sola más de quince días. No estoy del todo segura de que eso sea un problema, pero bue, digamos que entre otras cosas, por eso estoy acá.

Me gustaría no volver a pasar NUNCA MÁs por las siguientes escenas: freezar la media torta que sobró y después levantarme en medio de la noche a darle mazazos con un cuchillo y terminar comiendo astillas de hielo con algún lejano gusto a chocolate. Estar días rumiando discursos enardecidos que después no pronuncio (en especial cuando se trata de un tipo que me gusta y el tipo en cuestión me tapa la boca a besos). Mirarme al espejo y que siempre haya algo inadecuado, no importa qué: un día este pelo llovido, tan bobaliconamente angelical, al otro este culo tan generoso e inocultable que me hace sentir una vedetonga barata. Terminar alguno de mis tantos proyectos y no saber si es la mayor genialidad concebida nunca o una basura atómica.
¿ Hace falta que diga que soy blanco o negro y que todavía no sé si eso va en la columna de defectos o de virtudes? Fuera de eso, soy bastante paranoica, autodestructiva, ciclotímica. Y exagerada, claro. ¿ Qué tengo de bueno? Soy simpática y flexible como para adaptarme a distintos escenarios y personas. Aunque no sé si es una virtud. Voy a dar por terminado el punto 2 porque puedo seguir así hasta el infinito. ¿ Seré simpática o es que me muero por seducir a todo el mundo? Ayyyyyyyyyyyyyyyy
El grupo. Les digo la verdad: mucho no puedo opinar porque “me fui” en varios momentos. Me cayó bien Valentín, ese pendejo tiene algo grosso en la mirada, no sé. Natalia me llamó la atención ( bueno, ¿ había otra posibilidad?), esa facilidad que tiene para abrirse como una sandía delante de gente que no conoce, pero se ríe de ella y eso me gusta. Me parece que le gusta jugar un poco a la tonta o a que crean que es tonta y es como una trampera: o te qued´s ahí y la descartás o te dejás atrapar e intentás ver qué hay detrás. Me cayó bien, tuve piel con ella. A Gaby sí la escuché,con atención. Y sobre todo la observé. Esa mirada recelosa, esa frialdad de cirujano en lo poco que contó. Tiene sus aires de superioridad, pero eso a mí no me molesta porque yo también los tengo. Tendrá que demostrarme que está a la altura de sus expectativas, ja. Le vendría bien tomarse un par de gancias antes de entrar, porque si sigue así, con esa espalda que parece que le pusieran la plomada atrás, no le va a servir de nada.

Presentación de Violeta

Está en Violeta en emsión de prueba

Presentación de Gabriela

1. Objetivo de la terapia: Vine porque un amigo me lo recomendó. Reconozco que últimamente me está costando bastante la parte social, salir, conocer gente y todo eso, pero a veces pienso que estoy bien así, que para lo que hay por ahí afuera a veces mejor estar sola o quedarse en casa, ¿no? Pero bueno, vine a probar, a ver qué onda.Desde las primeras reuniones todos los demás me vienen preguntando si lo que busco es una pareja. Por ahora, prefiero no hablar de eso.
2. Puntos fuertes y débiles: ¿No es relativo eso, según el punto de vista? Ya saben que trabajo en Sistemas y que, bueno, a veces me parece que me entiendo mejor con las máquinas que con las personas. ¿Eso es bueno o malo? Porque en mi laburo soy buena. Creo que a veces soy un poco pesimista y antipática, pero no soy tan jodida como parezco.
3. Cómo veo al grupo: la primera vez, honestamente, toda la gente que encontré me pareció medio patética. Tal vez como yo, pero bueno, aunque uno sepa que es un/una loser no es que por eso va a ir a anotarse en un club de "Perdedores Anónimos". Como los alcohólicos o los gordos o algún target social así, medio nefasto. Creo que Alicia nos habló de un grupo llamado "Neuróticos Anónimos" y resaltó que aquí no había rótulos negativos, para marcar la diferencia. Alicia es una gran optimista y rebosa de frases que parecen sacadas del último libro de Ari Paluch. Creo que la que está más enganchada con ella es Natalia, que nunca para de hablar. No entiendo bien por qué viene al grupo. Aparentemente, necesita que la escuchen. Yo soy buena para eso, ahora que lo pienso.

Hola, soy Nati

Chicas,
arranco con el ejercicio que recomendo Alice y doy por inaugurado el blog. No sé bien para que sirve pero me divierte. Es como un diario íntimo en trío, no?. El último lo abandoné en séptimo grado, en la Semana de la dulzura, cuando Pablito Fishbein me negó el beso por el Bon o bon. Fui al kiosco, me compre una docena y me los atraganté todos yo. Ay! Creo que encontré el origen de mi compulsión por penas de amor. Esto ya está siendo rendidor. jaaaa! Voy directo al grano.
Ahí van mis respuestas.
1- Con el tema del objetivo de la terapia me cuesta focalizar hoy.
Tengo un día muy optimista. Conseguí dos pacientes nuevos para los sábados. Uno está lindo, metro ochenta, soltero, 34 años y viene por recomendación. Un poquito timidón. Le dije que deje su cuerpote estresado en mis manos. No se va a resistir a mis masajes el guapetón.
Además me llamó el librero, empecé ashtanga yoga y me entró un pantalón que no me ponía desde la navidad de 2002. A ver si me explico: chicas, ¡no me ocurre mucho que mejorar el día de hoy!.
2- Defectos? Bueno, me parece que soy un poco dispersa, un poco ansiosa, tal vez hablo demasiado y que me gusta demasiado llamar la atención. Y mi punto a favor? No sé. Las tetas? El sentido del humor?
Ustedes dirán.
3- Con respecto a ustedes. Gabriela, me parece que estás así como un poco contracturada, como midiendo siempre la situación. Siempre estoy por preguntarte: no serás virgo vos, no? Tan analítica, perfeccionista. Te tengo la solución: un taurino hot. Menos cabeza y más ardorrrrr! A Viole la veo más para afuera, más parecida a mí. Creo que si salieramos, nos divertiríamos un montón. Aunque tal vez terminemos jugando a ver quién eclipsa a quién. Egocéntrica, yo?